miércoles, 16 de mayo de 2012

Viaje en 145 a Abrepalabra

Al anochecer tomé el 145 en la parada de maldonado y convención. Esperé 20 minutos el ómnibus. Mientas miraba el edificio de enfrente y pensaba en cuál apartamento viviría mariella y si desde su ventana se vería el mar. Supuse que sí, que ella lo habría elegido por eso: para mirar el mar desde la ventana del barrio sur. Pensaba en mariella y el mar cuando llegó el ómnibus y subí. Hizo un trayecto de subidas y bajadas por la cuchilla que cruza el centro y desciende hacia la rambla. De algún modo pasamos por el parque rodó y luego por pocitos. El viaje se alargaba. Creí que no llegaría más o llegaría demasiado tarde a mi entrevista. Se liberó un asiento de los bobos y me senté. Parada frente a mí iba una chica, linda chica, un muchacho iba a su lado, creo que simples conocidos por lo que conversaban. La chica llevaba varios paquetes. En el asiento de los bobos de enfrente, iba otro lindo chico, con la cabeza llena de rulitos. Se paró, le tocó el brazo a la muchacha y le ofreció el asiento. Ella dijo que no y se rió. Él volvió a sentarse, me pareció que un poco triste, pero ella le dijo al otro que iba parado "todavía hay". Supuse que la palabra que no dijo era "caballeros", pero no sé si el muchacho de rulitos llegó a oírla porque se enrolló sobre sí mismo y se quedó dormido. La chica contaba que había ido al ipa y yo tuve ganas de decirle que yo también había ido al ipa hacía treinta años atrás. Ella también contaba que el año pasado nunca tenía tiempo para dormir más de cuatro horas y que al fin no aguantó más y ahora dormía ocho. Yo también dormía cuatro horas, pero creo que fue como tres años seguidos que hice eso. Por último quedó libre el asiento contiguo al mío y ella se sentó con sus paquetes. Todavía agregó que había sucumbido a comprarse una chaqueta. Lo dijo como que había cometido el pecado del consumo. su acompañante asintió, que sí, realmente había pecado. él se bajó del ómnibus y le dijo que no fuera a dormirse porque se pasaría de parada. Ella quedó en silencio. Enfrente el chico de rulitos también. De pronto yo vi que tenía que bajarme y había transcurrido muchísimo tiempo y encima el ómnibus me dejaba muy lejos de la rambla donde está el edificio de la radio océano fm. Me bajé apresurada, el chico de rulitos también, pero yo caminé hacia la rambla y él en dirección contraria, tal vez todavía pensando en la linda muchacha que seguramente se dormiría en su asiento, apretada entre sus paquetes. En abrepalabra pablo y gustavo me estaban esperando. me dieron agua y me sentaron al micrófono. Me hicieron una entrevista estupenda, es increíble la fuerza y el ingenio que ponen en la producción. Me emociona el trabajo que hacen. Cuando finalizamos, tuve que apurarme para alcanzar el turil a colonia. Además, tenía que bajarme antes de llegar porque estaba convocada a una cena con la Hermandad de la Costa para hablar de la navegación de Garibaldi en nuestras costas. Dos horas después, sonó mi celular y me despertó. En la ruta me esperaba un amable pirata. Pero eso es otra historia.

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