sábado, 12 de mayo de 2012

el día de la madre

Creo que mañana domingo es el día de la madre. Desde hace unos años, con mis hijos decidimos celebrarlo cualquier otro día que no fuese ese, porque todos los restaurantes se llenan y todo el mundo anda como loco comprando. Ayer pacté con mi hijo celebrarlo el próximo miércoles cenando juntos aquí en colonia, nos quedaba bien a los dos. Supongo que mañana saldremos a juntar hongos o a caminar un poco, o leeré la segunda aventura de Tom Ripley y resolveré algunos trabajos. (Acaban de tocar el timbre, una cuestión de herrería, Bella ladra para demostrar sus servicios, le explico al hombre que estoy en bata porque me gusta, es sábado, y no porque me haya despertado. No sé por qué le explico.) Sigo: el asunto no es la madre, es la ausencia de mi hija. ¿Cómo se vive con la ausencia de un hijo? Ella se fue feliz, está haciendo lo que quiere y me hace feliz que sea feliz. Pero, cómo la extraño. Qué horror. En Montevideo, entro al apartamento y falta su voz alegre, sus pantuflas que parecen osos, su rumor cantarín por la casa. Entro a su dormitorio, miro sus fotos y me hundo en el ropero. Me quisiera quedar a vivir adentro del ropero. ¿La infancia y adolescencia de mis hijos estará ahí adentro? ¿Cómo se les ocurrió crecer y abandonarme? ¿Cómo aprendemos las mujeres a vivir sin hijos cuando ellos inician sus propias vidas? Que alguien me explique, por favor. Trato de recordar cómo hacía antes de ellos, antes de los veintiséis años, buscar un enlace con aquella muchacha que alguna vez fui, para empezar otra vida otra vez.

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